"Una mentira no tiene piernas, pero un escándalo tiene alas"
Thomas Fuller
Thomas Fuller
En referente de corrupción se ha convertido el Partido de Gobierno. Escándalo tras escándalo, se muestran agitadas las olas de la opinión pública cada vez que se habla del APRA.
No sorprende por ejemplo que cada fin de semana algún Petroaudio genere controversias en las esferas del poder gubernamental. ¿Y quiénes generan los escándalos? ¿Serán los presuntos implicados en los supuestos delitos? Después de una profunda reflexión, diremos que "no", pues los que hacemos del escándalo, el predilecto de los negocios, somos nosotros: los comunicadores.
Los tipos de escándalos más solicitados: políticos, corporativos, sexuales, eclesiásticos, militares, de la justicia, espionaje, deportivos, científicos, ecológicos, académicos, etc. Todos ellos "nos conducen hacia un evento mediático que pone al descubierto algo previamente oculto y moralmente ignominioso –real o supuestamente– cuya exposición genera una secuencia de reacciones en la opinión pública". (Brunner, 2005).
Brunner señala que son las sociedades democráticas de mercado contemporáneas las propensas al escándalo, porque se tratan de sociedades mediatizadas.
Sociedades mediatizadas son aquellas que organizan sus experiencias culturales a partir de procesos y mensajes (bienes simbólicos) producidos por los medios de comunicación. Y son éstos los que actúan conforme a dos lógicas conocidas: La indagación, exhibición y exposición de la condición humana (libertad de expresión e información); así como la lógica de la noticia (lo oculto).
La dinámica del escándalo consiste en alimentarse noticiosamente a sí mismo. Todo escándalo ha de generar consecuencias, por tanto, las noticias persistirán. En este contexto, las noticias que van despertando mayor interés son aquellas que involucran historias de vida, donde los sentimientos básicos son compartidos sin distinción.
Y cuatro elementos de la organización mediática explican por qué los periodistas se sienten inclinados hacia la promoción del escándalo:
1) El valor comercial de las noticias referidas a sucesos escandalosos (“el escándalo vende”).
2) La persecución de objetivos políticos, como dañar la reputación de un gobierno o perjudicar a los opositores.
3) La auto-imagen profesional de los medios como conciencia vigilante y descubridores de hechos encubiertos.
4) La rivalidad derivada de la competencia que lleva a una carrera por producir, en el menor tiempo, la noticia más golpeadora y con mayor efecto.
2) La persecución de objetivos políticos, como dañar la reputación de un gobierno o perjudicar a los opositores.
3) La auto-imagen profesional de los medios como conciencia vigilante y descubridores de hechos encubiertos.
4) La rivalidad derivada de la competencia que lleva a una carrera por producir, en el menor tiempo, la noticia más golpeadora y con mayor efecto.
Precisados estos puntos, volvamos al tema de los recientes "escándalos" producidos en nuestra esfera peruana, escándalos vinculados a políticos cuyas figuras se insertarían en el panorama electoral.
Próximos a las elecciones, los escándalos han de ser frecuentes. Ningún político escapará a ellos. La guerra mediática comenzó hace buen tiempo. No importa si de quien se hace escarnio es inocente o no, si el delito es verdad o no. Lo que importa es el "escándalo".
Para quienes comprendieron y aceptaron el "escándalo" como parte de la experiencia política, asumirán una actitud confiada y abierta, pues no habrá oportunidad mejor de darse a conocer a sí mismo y a la obra realizada y por realizar a favor del bienestar social. Por el contrario, quien acosado por el "escándalo" repite una y otra vez el mismo mensaje en afán de aclarar que es "inocente" perecerá en el intento, desperdiciando la maravillosa oportunidad de la cobertura mediática gratuita y general.
El "escándalo" tiene la capacidad de acaparar la atención de todos los medios de comunicación. De presupuesto "cero" y emisión inmediata brinda las mejores condiciones para dar a conocer a todo un pueblo ansioso de escuchar "nuestro mensaje". Nosotros elegimos qué mensaje dar, la de un "ganador" o la de un "perdedor".
P.T. Barnum, promotor de espectáculos circenses en Estados Unidos, solía escribir cartas bajo nombres diferentes a varios diarios para denunciar "la estafa de sus espectáculos". Procedía de esta forma porque sabía que aquella era la manera de despertar el interés en el público. Se muestra de esta forma, el singular interés que genera el escándalo en un público ávido de emoción y desconcierto.
A diferencia de este personaje, muchos de nuestros políticos, de los cuales algunos parecen "nuevos", se sienten "perdedores", y desperdician la ocasión que les otorgan aquellas denuncias creadas, sazonadas, y/o reales, facilitadas por los enemigos ganados a lo largo de tal o cual trayectoria política.
Lo que suele ayudar en medio del escándalo a hundir a "X" personaje político es la gente que lo acompaña. Si "X" tiene una imagen negativa, la imagen negativa de quienes le rodean contribuirá a incrementar "lo negativo". Y sucede igualmente a la inversa.
Por otra parte, si se tiene una imagen reiteradamente "negativa" ante la colectividad, y lo que desea es cambiarla, tendrá que rodearse de personas cuya "imagen positiva" le coloquen nuevamente en esa distinción.
Sin duda, habrá muchos más escándalos que aguardan de salir en el momento previsto. Confianza, amigos políticos. Y a la cacería de escándalos, mis estimados colegas.
BIBLIOGRAFÍA
Brunner, José Joaquín. Escándalo, medios y poder. http://mt.educarchile.cl/mt/jjbrunner/archives/2005/08/escandalos_medi.html
Wikipedia. P.T. Barnum. http://es.wikipedia.org/wiki/P._T._Barnum