Contextualizar la globalización involucra analizar la relación que actualmente existe entre ella y la trama política, cultural, económica y social, de nuestro último siglo y de los violentos comienzos del siglo XXI. La globalización es un término polisémico y pluridimensional y que, como proceso dinámico, nos conduce a definiciones procedimentales. Por ello, la podemos ver como un proceso histórico de transformación económica, tecnológica, institucional y social. ¿Supondrá esto que mientras más se globalizan las relaciones jurídico-económicas, más se fragmentan las manifestaciones sociales, laborales y culturales, en las cuales aquéllas han de desarrollarse?, ¿producirá además una relación desigual entre aquéllas y éstas?.
Podemos entender a la globalización entonces como un proceso de reconfiguración del mundo, donde se construye un nuevo orden mundial. Pero, tendríamos además que diferenciar del proceso de globalización los procesos de mundialización y los de internacionalización.
La mundialización sería el proceso de colonización en el cual se cierran las fronteras y se forman los Estado-Nación, mientras que la internacionalización permitiría simbólicamente la apertura de los Estados-Nación para relacionarse entre ellos y establecer cooperaciones internacionales. En cambio, la globalización o transnacionalización sería aquel proceso en el cual se pone en crisis al Estado-Nación, ya que no se habla de una relación interestatal sino transestatal donde no hay apertura de fronteras sino desaparición de éstas o, al menos, permeabilidad de las decisiones políticas y económicas y desterritorialización de las relaciones sociales en general que se extiende a todos los aspectos de la realidad social, económica, política y cultural.
La globalización como una nueva etapa histórica del capitalismo moderno y del sistema geopolítico mundial que implica el triunfo definitivo del capitalismo desarrollado globalmente y de su ideología política el neoliberalismo político y económico conlleva un ajuste estructural que implica la privatización y la disminución del papel del Estado Social y la hegemonía de los conceptos neoliberales en materia de relaciones económicas, impulsando la tendencia generalizada en el mundo a la democratización, al Estado de Derecho con economías liberales y a la aparición de actores supranacionales y transnacionales promotores de la protección de los derechos del hombre como las organizaciones no gubernamentales.
Dentro de este escenario encontramos que los Derechos Humanos se han globalizado, pero he aquí una importante tensión ya que la política de Derechos Humanos es una política cultural y hablar de cultura nos remite a diferencia, a particularidad, a identidad, a hombre situado.
Existirán entonces determinados factores, ideologías, modelos, personas que son los que se globalizan, mientras otros se marginan. Podemos decir que se globaliza la democracia representativa formal, pero sólo en su faz política y no social ni económica. Se globaliza un modelo de Estado mínimo, de Estado privatizado, de democracia formal compatible con el libre mercado y las políticas neoliberales, y se marginan otras formas de gobierno y de Estado, como el Estado Social de Bienestar.
Se globalizan las fronteras de los capitales y el dinero, pero no se globalizan las fronteras para las personas, o, mejor dicho, para todas las personas con independencia del color de su piel, de su situación social y económica, de su religión, de su raza, con lo que se genera un nuevo tipo de apátridas, emigrantes económicos, carentes de identidad como consecuencia de su falta de competencia económica y de su imposibilidad para acceder a los mercados de consumo.
La globalización así vista es un modelo de dominación que abraza la ideología neoliberal capitalista que presupone un modelo de democracias y de Estados de Derecho que van de la mano de economías liberales que se presentan con discursos de defensa de los derechos del hombre, pero con políticas desde las que no sólo es imposible la defensa de la vida y de la humanidad, sino que muchas veces configuran flagrantes violaciones a los mismos.Un modelo de globalización con pretensión de universalidad, pero que impide la universalización de la satisfacción de las necesidades básicas de millones de seres humanos, aumentando inexorablemente las desigualdades económicas mundiales. Una globalización que esclaviza la vida de millones de seres humanos pobres (latinoamericanos, africanos, árabes, orientales, europeos del este, aborígenes) que trabajan en condiciones infrahumanas y alejados de la posibilidad de poder acceder a los beneficios del primer mundo, ya que la globalización no globaliza las fronteras para que las cruce el inmigrante pobre.
Plantear los Derechos Humanos como una ética globalizada que se configura en el ámbito social y público como un modelo ético de convivencia que actúe sin pretensión de globalizarse o universalizarse puede parecer utopía, ya que un sistema de Derechos Humanos con discurso emancipatorio y reivindicatorio es incompatible con un contexto de globalización que sólo los entiende como derechos liberales, individuales y universales.
Igualmente, cuando se rechazan derechos porque atentan contra la libertad, aún cuando estos sean los derechos sociales, económicos y culturales, se impone una prioridad de la libertad de mercado sobre una libertad real para todos, y significa en la práctica la legitimación de la explotación de los seres humanos y de la naturaleza, incrementando aún más las diferencias.¿Cómo entender la democracia como plataforma para la reivindicación de Derechos Humanos en pueblos que no pueden pensar cívicamente porque tienen el estómago vacío, pueblos diezmados por deudas externas que asfixian sus débiles economías, y por gobiernos corruptos, dónde los que los ayudan humanitariamente son los mismos organismos que los hunden en la miseria y el descontrol?. ¿Cómo concebir a la democracia como plataforma de emancipación, cuando nos referimos a democracias prestadas a los países pobres sin condiciones para un real ejercicio de la ciudadanía?.
La democracia quizá sea un componente necesario pero no suficiente para el desarrollo social, y necesita ser complementado con derechos sociales que garanticen calidad de vida y para que funcione realmente como principal fuente de oportunidades sociales.
3 comentarios:
Verito: El tema que haz puesto en debate es sumamente importante para todos sin ninguna excepción. Se ha pretendido hacer entender que la globalización es la solución al problema económico, social, político, etc. a los países que aún mantienen una economía incipiente. La globalización es la "fórmula filosófica" del imperialismo para seguir sometiendo a los países subdesarrollados. Los países industrializados apelan a las "ventajas de la globalización" para apoderarse de los recursos naturales que sólo lo producen los países subdesarrollados, pero bajo condiciones desfavorables para éstos. A aquellos no les interesa las condiciones inhumanas de los obreros y campesinos de los países pobres. Lo único que les interesa es llevarse los recursos en las mejores condiciones de precios, oportunidad y calidad para ganar mayores utilidades en sus mercados "competitivos". De esta situación se desmantela el verdadero propósito de quienes promueven "la globalización", destinando millonarios fondos para aleccionar dicha corriente. No olvidemos que la reciente gran crisis de EE.UU., nacida del rubro de las inmobiliarias ya las ha trasladado a los países subdesarrollados, elevando los precios de los alimentos como el trigo, el maíz, la soya, etc. Precisamente los pueblos latinoamericanos mantenemos un modelo de consumo dependiente, con hábitos de consumo muy arraigados sobre la base campañas arrolladoras por parte de los medios de comunicación pro-norteamericanos. Estas campañas son efectivas a través de las películas, documentales y comerciales que mantienen moldes antinacionalistas. Nuestra juventud, que constituye casi el tercio de nuestra población total, es muy susceptible a estas "marejadas", con la etiqueta de "moda". Lo que nosotros conocemos con el término de "alienación".
Muchos éxitos en tu blog,
Manuel,
Toda dependencia es alienadora, destruye el desarrollo de una propia identidad.
Gracias por los aportes.
ffffff
Publicar un comentario