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viernes, 14 de agosto de 2009

EL HOMBRE Y LA ÉTICA EN COMUNICACIÓN

La existencia de normas morales siempre ha afectado al hombre, ya que desde pequeños captamos por diversos medios la existencia de dichas normas, y de hecho, siempre somos afectados por ellas en forma de consejo, de orden o en otros casos como una obligación o prohibición, pero siempre con el fin de tratar de orientar e incluso determinar la conducta humana. Por ello, es importante preguntarnos ¿quién es el hombre?.

Leonardo Polo concibe al hombre como solucionador de problemas y como provocador también de ellos, donde su capacidad de idear, es decir, la captación de propiedades y el uso de recursos (inteligencia), vienen a ser lo más importante en la resolución de problemas. De tal forma que el hombre no puede generalizar el pasado, siempre tendrá que ensayar nuevas soluciones. Se elogia la virtud de la prudencia, alimentada por la experiencia, como la cualidad más significativa, y la “crisis” como manifestación de todo postulado que se agota o se extingue ante lo nuevo.

La idea de progreso puede ser vista desde diferentes ángulos, como confianza en la ciencia moderna, carente de fundamento real; como la cura ante una grave enfermedad, que puede ser la falta de libertad; poca audacia en el uso de las propias capacidades; la esclavitud; etc. Es así que todo dependerá al final de la potencialidad e inventiva humanas. Hoy en día, las esperanzas de progreso se han debilitado, esto es evidente en nuestra sociedad, las grandes mayorías optan por el “sobrevivir”, característica esencial del postmodernismo.

Es interesante el modo de ver a la sociedad conformada por entes enfermos a la que se denominará “enfermedad social”, cuya única terapéutica es la “política”, desaconsejable como tal por los remedios que supone, ya que éstos suelen ser peor que la enfermedad.

Si bien los problemas hay que resolverlos y ésta es la función esencial del hombre, cuando el problema no se resuelve, es que está mal planteado, y plantear correctamente un problema es enfocar aquello que es relevante, aquello que es de trascendencia para el ser humano. En el planteamiento de tales problemas, resaltamos el tratamiento analítico como metodología predilecta para la ciencia, pero que tratándose de los asuntos humanos provocaría más problemas de los que resolvería. La antropología no puede plantearse analíticamente ya que el hombre no es una máquina. En la integridad dinámica del hombre se caracteriza su verdad.

La memoria es decisiva en el hombre como ser historiológico. La historia enseña, el hombre es temporal, capaz de descubrir y aprovechar oportunidades. La oportunidad es temporal, al igual que el hombre, por ello está destinado a resolver problemas. Para tal fin, habrá de considerar oportunidades y alternativas, si las descubre el hombre será el más inteligente. Tanto la oportunidad como la alternativa indican innovación y hallazgo, siendo la oportunidad el nivel más elemental de inventiva. Esto se manifiesta en el modo de vivir, donde cada modo de vivir es una estabilización de la inventiva, la moda, permitiendo así la tradición.

La familia tiene un fin primordial en la constitución de una institución. Sin la familia, la historia no es posible, ni las tradiciones y tipificaciones humanas, ni las formas sociales suprafamiliares, ni la diferenciación del trabajo. En ella, se conforma la historia del hombre para luego dar origen a la sociedad civil.

La consistencia de la sociedad civil reside en la ética, caracterizada principalmente por la libertad de elección. Ésta no puede ser impuesta o pierde sentido, no es lo mismo poder que ética, la norma moral se cumple si se quiere, o no se cumple si no se quiere. La libertad humana sin embargo no es del todo real, ya que todo individuo está de cierta forma condicionado por una sociedad en la cual toda persona actúa bajo una presión social, cultural o laboral; aunque considerando a la ética y la moral, permite conservar una conciencia, misma que permite a una persona actuar en base a un criterio propio. El problema está en la incompatibilidad de la libertad humana y las normas morales, o sea en el ser y el deber ser. Por ello, el ideal ético es fácil de desinflarse frente al “exceso de consumo” que propicia el descenso cualitativo de las motivaciones humanas.

El hombre es un ser ético porque es un ser libre. Entonces, ética viene a ser el conjunto de normas que nos vienen del interior y moral son las normas que nos vienen del exterior, o sea de la sociedad. La sociedad civil se estructura según alternativas, donde un sistema social consistente radica en una ética vivida por todos desde su interior. El Gobierno consistiría en una coordinación adecuada de las alternativas.

Desde el carácter temporal del hombre, la ética es el modo de no perder el tiempo. Vivir éticamente significa vivir sin perder el tiempo. De tal forma que todo aquello que vaya en contra del crecimiento humano (interior) es simplemente malo. El hombre está llamado a realizar actos buenos, los cuales nos son guiados, por medio de la conciencia. Ella nos clarifica, qué actos son correctos e incorrectos, siendo correctos aquellos que se orienten al crecimiento, ya que el hombre no deja de crecer, solo la muerte es el límite a ese camino de aprendizaje. El hombre se hace mejor en cada elección hacía el crecimiento, hacía el progreso.

Por lo mismo, es que debemos tender a las virtudes, que son hábitos que nos hacen más perfectos. Ya que toda rama de la filosofía, al igual que la ética, tienden a la perfección del hombre. De esta forma, la ética señalaría a la felicidad como el fin último del ser humano, la cual se consigue por medio de la perfección del actuar del hombre.

Entonces, es posible establecer que la conciencia moral, la libertad y la responsabilidad se transforman en el fundamento básico y necesario de la vida humana. Todo ello, por supuesto en un ambiente social, que es el único propicio para la realización del hombre. Es decir, se pone en evidencia que los valores son esenciales para el hombre y su vida, la cual desarrolla junto a otras libertades. Se hace imprescindible conocer y comprender los fundamentos de la vinculación que surge entre vida humana, valores y sociedad.

La acción humana en tanto humana es complejísima. Se plantea por tanto un desafío para el hombre en su vida personal y social. Al descubrir que nada está escrito en cuanto al destino, a su destino particular, y que es portador de una conciencia que le hace reconocer su propia libertad, surge el desconcierto, la duda, el temor, la angustia; y ante el error, la culpa y el remordimiento. Se pregunta entonces, ¿qué es lo que debo hacer?, ¿qué no debo hacer?, ¿por qué?, etc. La máxima aspiración y posible respuesta: todo aquello que genere crecimiento interior.

4 comentarios:

marco dijo...

Interesante articulo, algo confuso por la cantidad de referencias. Muy pertinente tu postura...sobre todo por la intensión de generar reflexión sobre la ética ya la comunicación, a nivel argumentativo se podría refutar algunas apreciaciones tuyas profundizando en los conceptos y referencias a que haces mención...pero a nivel general bueno . (··)

mishamichin dijo...

El hombre, que hay en su mente, en su corazón, un mundo, un complejo de ideas, costumbres, hábitos, pero especialmente, único, imperfecto, lleno de habilidades y debilidades. por que? porque es limitado, una vida corta, peregrina. No se es verdaderamente hombre si no se tiene valores, si sabe decir No. Con límites porque sino hace el mal pero muy en verdad: Amor. El hombre si no tiene amor no es nada. No tiene nada que dar, menos que recibir, porque de su corazón no sale nada bueno, excepto si no tiene amor. Y este amor viene de alguien superior a uno, el creador de todo por de èl venimos y hacia èl vamos aunque muchos crean que no existe.

Verónica Cuchillo Paulo dijo...

Marco, gracias por tu apreciación. Estoy lista para el debate.

Verónica Cuchillo Paulo dijo...

Estimado Mishamichin, estoy muy de acuerdo con Ud. Todo hombre tiene una vida corta y peregrina. Es claro que quien actúa mal es un sujeto carente de amor. Pero, esto no nos excluye de la responsabilidad; por el contrario, en todo lo que hagamos es posible dar "amor".