Nos encontramos en una época de
globalización económica y
digitalización de la comunicación. Por un lado, estamos frente a un
gran avance del conocimiento y la tecnología, que permitirá al hombre transformarse a sí mismo mediante la genética; y por otro lado, tal
conocimiento, ciencia e información, se esparce a través de las
redes de comunicación, generando una
nueva construcción de la imagen del hombre, del
entorno y de
la representación de él en dicho espacio.
Ante este panorama, es cada vez más necesario centrar la “dignidad humana” como el elemento principal de reflexión ética para la acción de ser humano, y muy especialmente en todo el ámbito de la comunicación. Hoy, gran parte de nuestra vida está bajo la influencia de instrumentos y medios de la comunicación.
Una vez finalizadas las jornadas laborales, las personas van en busca de los programas misceláneos de la televisión, o van al cine. Por su parte, niños y jóvenes luego de los estudios pasan horas frente al Televisor, en los video juegos o chateando en Internet. Sin lugar a dudas, esta nueva comunicación es la clave en la cultura actual, y está generando una nueva forma de relación e interacción entre las personas de distintos ámbitos del quehacer diario como son: la vida familiar, los espacios comunitarios, trabajo y la vida cultural.
Es decir, hoy
las personas son muy distintas, los jóvenes y niños piensan, sienten y están en el mundo de una nueva forma,
producto de un entorno altamente comunicacional y tecnológico. Esto plantea un cambio en cómo miramos el
fenómeno de la comunicación actual, esto es
analizar y reflexionar la comunicación desde la perspectiva de este
“nuevo hombre”. He aquí que desde una dimensión sociológica y perspectiva psicológica, los medios son modeladores de la realidad social, donde el surgimiento de un nuevo paradigma cultural se impone a través de la culturización que promueven. De este modo, la ética se presenta como una reflexión crítica en torno a la configuración del propio ser junto con los otros y ante los otros. En este sentido, la ética es una intención de vida buena con y para los otros, en instituciones justas.
¿Hasta qué punto la actual comunicación permite a nivel comunitario la autorrealización junto con otros, y en el caso de la persona, le permite un modo de ser que a su vez le signifique ser felices y vivir y convivir con sentido?.
El
hombre se constituye como
persona en cuanto
se comunica con otros, este hecho hace
la comunidad. La
ética tiene la función de
preservar el bien, una actividad que en sí misma es buena. Así,
está orientada hacia la excelencia. El tema de
la ética, los negocios y la calidad presenta ciertas
tensiones. No hay más que leer los diarios de los últimos días y de las últimas semanas para ver que siempre hay alguna
invocación a la ética. En un mundo donde todos los productos tienden a ser excelentes y muy similares,
las empresas se diferenciarán por su
responsabilidad social y los clientes comprarán en aquellas donde se identifiquen con sus
valores éticos.
Al mismo tiempo que van apareciendo casos de corrupción empresaria privada y pública, mundialmente se observa una tendencia a un mayor nivel de aproximación entre la empresa y la sociedad. Ello conlleva al concepto de responsabilidad social organizacional que, de alguna manera, refleja el resurgimiento de los valores éticos en la sociedad y manifiesta la necesidad de las empresas de involucrarse a través de sus iniciativas con la sociedad civil.
De esta forma, se alternan las visiones de los agentes económicos alejándose o acercándose a valores morales y éticos, íntimamente ligados a las distintas culturas y corrientes del pensamiento. El desafío ético es desarrollar nuevos valores que aseguren que a una mayor eficiencia económica corresponda una mayor eficiencia social.
Nuestro país está inmerso en un sistema carente de conducta ética y, en ocasiones, el mismo sistema poco transparente estimula a algunas organizaciones a tomar actitudes poco éticas. Actuar éticamente puede tener un costo en el corto plazo, pero en el largo plazo actuar éticamente aumentará la competitividad y conseguirá aportes de nuevos inversores.
En cualquier sociedad
el contexto institucional condiciona el funcionamiento del intercambio; éste no puede funcionar eficazmente si los agentes económicos están sometidos a un
esquema burocrático y oneroso o a un
sistema judicial ineficaz, en el que
las reglas de juego carecen de estabilidad.
La corrupción es éticamente inmoral, pues reasigna recursos generando mayor inequidad y pobreza. En el ámbito público ello genera mayor endeudamiento y distracción de recursos. Desde el punto de vista corporativo, la falta de ética también genera reasignación de recursos que, si bien podrían generar beneficios de corto plazo, terminan afectando la reputación de las corporaciones y, con ello, la factibilidad de recibir flujos de inversión para incrementar su competitividad en beneficio de la sociedad en la que operan.
Los problemas éticos como el respeto a las audiencias, el modo de llamar la atención, publicidad y verdad, la apología del mal, las relaciones comerciales/laborales y otros, nos plantean la relación que se da entre medios, agencias y anunciantes, donde en último extremo se considera la comprensión de las audiencias.
Demostrando con ello la poca importancia que se le da a la dignidad humana y a la responsabilidad social de la comunicación. Es importante reiterar que lo que esperan de nosotros es satisfacer las expectativas de todos los actores empresariales y, para ello, tenemos que anticiparnos y conocerlas adecuadamente. Los accionistas por supuesto quieren la máxima rentabilidad, pero también exigen transparencia en la gestión.
Nuestros empleados necesitan oportunidades de desarrollo profesional, mediante meritocracia y, asimismo, nuestro compromiso es potenciar el sentimiento de orgullo de formar parte de nuestra empresa. Nuestros proveedores y socios esperan –y esperamos de ellos– establecer relaciones de aportación recíproca y de respeto mutuo. Y, finalmente, la sociedad espera que contribuyamos al desarrollo sostenible en la mejora del entorno social, en un marco de respeto total por los derechos humanos, el medio ambiente y la seguridad.
BIBLIOGRAFÍA
Codina, Mónica, (2004). De la Ética desprotegida. Ensayos sobre deontología de la comunicación.