La cohesión social se define como la capacidad de una sociedad para asegurar el bienestar de todos sus miembros, al minimizar las disparidades y evitar la polarización. Según esto, una sociedad cohesionada es una comunidad de individuos libres que se apoyan mutuamente y persiguen ciertos objetivos comunes a través de medios democráticos. La importancia de la cohesión social radica en el desarrollo que ésta supone para toda una sociedad.
La desigualdad se convierte en uno de los factores clave que van a determinar la trayectoria de una sociedad entre niveles de fragmentación y cohesión. Por tanto, para poder lograr la cohesión social necesaria para el desarrollo sostenible, la Región tiene que vencer los grandes desafíos que presenta en materia de desigualdad.
La desigualdad se convierte en uno de los factores clave que van a determinar la trayectoria de una sociedad entre niveles de fragmentación y cohesión. Por tanto, para poder lograr la cohesión social necesaria para el desarrollo sostenible, la Región tiene que vencer los grandes desafíos que presenta en materia de desigualdad.
La cohesión social es vista como un medio más que un fin, un medio que permitiría alcanzar logros en la Región tales como un mayor crecimiento económico. Los desafíos que plantea el crecimiento requieren de sociedades flexibles, con capacidad de adaptación e innovación, y con facultades para anticiparse a los cambios y no solamente limitarse a padecerlos.
Así es como se sientan las bases para la construcción de un índice de cohesión social que permite luego explorar la relación que diferentes niveles de cohesión social tienen con los productos del desarrollo, a saber: el crecimiento y la competitividad, la capacidad de resistencia a los choques económicos, el potencial de innovación tecnológica y la gobernabilidad democrática.
La exclusión en América Latina tiende a estar asociada con factores sobre los cuales los excluidos no tienen control: su origen étnico-racial; características como género, edad y capacidad física; y la ubicación geográfica. Las dimensiones de género y de origen étnico-racial son las que afectan al mayor número de población excluida de la Región.
La falta de control sobre las condicionantes de la exclusión puede generar sentimientos de injusticia, violencia y conflictos, así como problemas de gobernabilidad. Grupos importantes de la sociedad se han desconectado, funcionando al margen de las instituciones y los mercados formales. Dichos grupos buscan refugio en nichos, creando a veces verdaderas “naciones independientes” con territorio, normas y sistemas de gobierno propios.
Los segmentos correspondientes de la población se apoyan en redes sociales de confianza mutua en lugar de servirse del sistema judicial oficial y del sistema público de seguridad social como marcos de referencia. La informalidad se convierte en una característica intrínseca a estos grupos: son informales sus relaciones de trabajo, sus propiedades y viviendas, sus arreglos matrimoniales e incluso su propia existencia, como en el caso de los indocumentados.
Las brechas salariales entre trabajadores aumentaron en función del nivel de educación al mismo tiempo que el salario promedio real tendía a bajar. La desigualdad salarial, aunque varía en intensidad entre países, se ha exacerbado en la Región en el contexto de la liberalización de los mercados y del cambio tecnológico, al aumentar la brecha entre trabajadores calificados y no calificados. En comparación, en el Este Asiático las diferencias de salarios han tendido a reducirse en un contexto de crecimiento mucho más dinámico.
Si se define el desarrollo humano como la expansión de las capacidades y la libertad de las personas para elegir entre diferentes opciones, se entiende sin dificultad la importancia de acceder a niveles adecuados de educación, salud y protección social.Así es como se sientan las bases para la construcción de un índice de cohesión social que permite luego explorar la relación que diferentes niveles de cohesión social tienen con los productos del desarrollo, a saber: el crecimiento y la competitividad, la capacidad de resistencia a los choques económicos, el potencial de innovación tecnológica y la gobernabilidad democrática.
La exclusión en América Latina tiende a estar asociada con factores sobre los cuales los excluidos no tienen control: su origen étnico-racial; características como género, edad y capacidad física; y la ubicación geográfica. Las dimensiones de género y de origen étnico-racial son las que afectan al mayor número de población excluida de la Región.
La falta de control sobre las condicionantes de la exclusión puede generar sentimientos de injusticia, violencia y conflictos, así como problemas de gobernabilidad. Grupos importantes de la sociedad se han desconectado, funcionando al margen de las instituciones y los mercados formales. Dichos grupos buscan refugio en nichos, creando a veces verdaderas “naciones independientes” con territorio, normas y sistemas de gobierno propios.
Los segmentos correspondientes de la población se apoyan en redes sociales de confianza mutua en lugar de servirse del sistema judicial oficial y del sistema público de seguridad social como marcos de referencia. La informalidad se convierte en una característica intrínseca a estos grupos: son informales sus relaciones de trabajo, sus propiedades y viviendas, sus arreglos matrimoniales e incluso su propia existencia, como en el caso de los indocumentados.
Las brechas salariales entre trabajadores aumentaron en función del nivel de educación al mismo tiempo que el salario promedio real tendía a bajar. La desigualdad salarial, aunque varía en intensidad entre países, se ha exacerbado en la Región en el contexto de la liberalización de los mercados y del cambio tecnológico, al aumentar la brecha entre trabajadores calificados y no calificados. En comparación, en el Este Asiático las diferencias de salarios han tendido a reducirse en un contexto de crecimiento mucho más dinámico.
Comparada con el resto del mundo, la Región se ve afectada por un problema de calidad educativa. El acceso y la permanencia de los hijos de las familias pobres en la educación secundaria, vocacional y terciaria siguen siendo bajos, como lo es la probabilidad de que estos niños terminen la escuela primaria e ingresen a la secundaria. Un importante factor de segmentación educacional es la localización espacial.
Combatir la pobreza también significa fomentar el acceso de los pobres a infraestructura y servicios básicos, especialmente agua, saneamiento, electricidad, vivienda y el mejoramiento del hábitat urbano. Las grandes ciudades latinoamericanas presentan situaciones de extrema desigualdad en la provisión de infraestructura y servicios urbanos y sociales.
Que varias democracias de la Región hayan sufrido severas crisis económicas y/o conflictos internos obstaculizan el proceso de cambio, donde deberemos considerar el grado de institucionalización y su calidad en términos de inclusión, eficiencia de la representación política, imparcialidad, acceso a la justicia, y efectividad y neutralidad del Estado.
Combatir la pobreza también significa fomentar el acceso de los pobres a infraestructura y servicios básicos, especialmente agua, saneamiento, electricidad, vivienda y el mejoramiento del hábitat urbano. Las grandes ciudades latinoamericanas presentan situaciones de extrema desigualdad en la provisión de infraestructura y servicios urbanos y sociales.
Que varias democracias de la Región hayan sufrido severas crisis económicas y/o conflictos internos obstaculizan el proceso de cambio, donde deberemos considerar el grado de institucionalización y su calidad en términos de inclusión, eficiencia de la representación política, imparcialidad, acceso a la justicia, y efectividad y neutralidad del Estado.
Otros signos de dificultad incluyen transferencias irregulares de la autoridad presidencial en algunos casos, el bajo grado de confianza ciudadana en las instituciones democráticas y de satisfacción con la democracia, el poder de las protestas callejeras en vetar decisiones llevadas a cabo a través de instituciones representativas formales, y un cierto grado de volatilidad electoral para apoyar a los partidos políticos.
La democracia está fundada en la noción de la toma de decisiones a través del consenso y del compromiso y está basada en la presunción de la igualdad política entre los ciudadanos. El análisis de niveles de cohesión social y desarrollo se basa en la necesidad de la Región por profundizar la cohesión social como estrategia para enfrentar los desafíos tanto internos como externos en un contexto de globalización que requiere de sociedades flexibles y capaces de adaptarse.
La democracia está fundada en la noción de la toma de decisiones a través del consenso y del compromiso y está basada en la presunción de la igualdad política entre los ciudadanos. El análisis de niveles de cohesión social y desarrollo se basa en la necesidad de la Región por profundizar la cohesión social como estrategia para enfrentar los desafíos tanto internos como externos en un contexto de globalización que requiere de sociedades flexibles y capaces de adaptarse.
Altos niveles de cohesión social deberían verse reflejados en un funcionamiento más eficiente de los principales componentes del sistema político institucional: eficiencia en los procesos de formulación de políticas; calidad de las políticas de desarrollo, y capacidad de blindaje contra eventuales choques políticos.
Ejecutar proyectos y conseguir que un país se mueva hacia mayores niveles de bienestar implica necesariamente ser capaz de generar recursos, pero también de saber gastarlos. Los Estados recaudan poco, y parte de estas entradas se pierden por ineficiencias en el gasto; en unos casos, consecuencia de un mal diseño o mala instrumentación de las políticas; y en otros, porque los recursos son desviados hacia otros usos. A esto se puede añadir el hecho de que en sociedades altamente fragmentadas, el Estado no consigue llegar a ciertos sectores poblacionales.
El BID sostiene que este está fuertemente presente en campos directamente ligados al fomento de la cohesión social, al mismo tiempo que asegura que por la propia idiosincrasia de América Latina, se convierte en la región más desigual del mundo, asegurando que una de las primeras tareas a las que la Región tiene que enfrentarse es la de reajustar la estructura de distribución de oportunidades entre los individuos, donde la voluntad política tiene que concretarse en las estrategias de inversión de los países.
Tal extensión manifestada por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) obvia criterios sociológicos en torno a América Latina y su problemática. En nuestro país, por citar un ejemplo, los programas sociales, enfocados como están, más daño hacen al país que generarle bienestar. No es el desarrollo lo que se persigue sino el retraso conveniente para algunos grupos sociales.
Ejecutar proyectos y conseguir que un país se mueva hacia mayores niveles de bienestar implica necesariamente ser capaz de generar recursos, pero también de saber gastarlos. Los Estados recaudan poco, y parte de estas entradas se pierden por ineficiencias en el gasto; en unos casos, consecuencia de un mal diseño o mala instrumentación de las políticas; y en otros, porque los recursos son desviados hacia otros usos. A esto se puede añadir el hecho de que en sociedades altamente fragmentadas, el Estado no consigue llegar a ciertos sectores poblacionales.
El BID sostiene que este está fuertemente presente en campos directamente ligados al fomento de la cohesión social, al mismo tiempo que asegura que por la propia idiosincrasia de América Latina, se convierte en la región más desigual del mundo, asegurando que una de las primeras tareas a las que la Región tiene que enfrentarse es la de reajustar la estructura de distribución de oportunidades entre los individuos, donde la voluntad política tiene que concretarse en las estrategias de inversión de los países.
Tal extensión manifestada por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) obvia criterios sociológicos en torno a América Latina y su problemática. En nuestro país, por citar un ejemplo, los programas sociales, enfocados como están, más daño hacen al país que generarle bienestar. No es el desarrollo lo que se persigue sino el retraso conveniente para algunos grupos sociales.
El concepto de cohesión social es aplicable en la medida en que la diversidad cultural no fuera tan alta como sucede en nuestro país. Las iniciativas políticas no unifican criterios, se avanza como se puede. En medio de la improvisación, es lógico comprender que las medidas adoptadas en el ámbito económico beneficien solo a unos pocos y no alcancen a los más pobres.
BIBLIOGRAFÍA
Banco Interamericano de Desarrollo. La Cohesión Social en América Latina y el Caribe. Análisis, acción y coordinación.